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Vacaciones en stand by: el dato que revela qué hará este verano casi la mitad de la clase media

  • Según una encuesta, el 46% está considerando quedarse en en casa este año.
  • Historias de quienes viajaban habitualmente y ahora decidieron no hacerlo.
  • Incertidumbre y falta de presupuesto, las principales razones.

Esta “encerrona inflacionaria”, como el vocero presidencial llamó al 30% de inflación de diciembre, “de la que va a llevar un tiempo salir”, aseguró, ya está dejando a gran parte de la clase media puertas adentro. Literal. Con las vacaciones en stand by.

Este año no da”, “Prefiero invertir en otra cosa”, “Lo dejamos en pausa, veremos qué pasa en febrero”.

Estas y otras frases -que combinan incertidumbre con falta de presupuesto- son el tema del verano 2024.

Si no fuese por los 30° y la invasión de mosquitos, esta época ya se vive con un clima atípico: con menos descanso, más desgano para hacer las valijas y, en el fondo, hasta una extraña especie de alivio por no exponerse al altísimo gasto de tener que viajar.

Lo que sobra es empatía. Quienes no se van saben que no se quedan solos.

“Todos los años nos vamos dos semanas en febrero, casi siempre al municipio de Pinamar. Este año pedí las vacaciones en el trabajo, pero hasta hoy no tengo nada reservado y ni sé si me voy a ir”, dice Marcela (47) de Barracas, casada y madre de dos adolescentes.

Los precios que están pidiendo los apart siguen siendo “muy altos” para esta familia y la situación económica “está mucho más complicada” como para que encaren la ruta. El GPS del bolsillo marcó el rumbo hacia la decisión de mantenerse en cierta zona de confort. Al menos, por ahora.

“La verdad no me cierra gastar ahorros para irme 15 días a la Costa Atlántica con el riesgo de que el clima no acompañe. El exterior es imposible por el dólar, así que si me preguntás ahora qué voy a hacer, te digo que nos quedamos acá en Buenos Aires”.

“Iremos a la pileta del club y aprovecharemos para visitar algunos lugares para los que nunca encontramos el tiempo durante el año, como algún museo, mercado gastronómico o ir al teatro, y alguna escapada de dos o tres días a un destino cercano. Y quizás veré en vacaciones de invierno de organizar un viaje por algún lugar del interior”, agrega.

Los planes para el verano

Según una encuesta de D’Alessio IROL, el 46% de los sectores medios y el 60% del segmento medio bajo de los argentinos están considerando no salir de vacaciones.

Entre el 37% de quienes planean tomarse un break laboral, la mayoría, el 25%, optará por destinos dentro de Argentina, mientras que el 10% viajará al exterior y el 2% combinará viajes nacionales e internacionales.

La clave es que el 17% restante todavía no decidió sus planes, algo que en Argentina históricamente se define en octubre o noviembre.

“En un año muy malo, con todas las subas de impuestos, el costo de la luz, la mercadería que se malvendió en los últimos meses, porque hoy reponerla cuesta el triple, y la gente que compra mucho menos, no hay margen para cerrar por vacaciones. Hay que estar… para los clientes que también se quedan y no da perderlos”, cuentan desde un vivero mayorista de Ramos Mejía.

En ese rubro se descansa a mediados de febrero -temporada baja de toda su cadena productiva- y la familia detrás de ese local de zona oeste siempre viajaba al Caribe. Evitaba las sorpresas del dólar al congelar precios en un hotel all inclusive. Este año les florecerá un febrero sin reserva.

“Es doloroso. Pero también pensamos que lo importante es estar con salud, y que si surge la oportunidad de irse a la Costa, sería conveniente para descansar aunque sea un finde largo”, compensan.

La decisión de tomarse o no vacaciones, claro está, se ve influenciada por factores económicos y costos finales, siendo más relevante para los sub 30 y los que tienen entre 45 y 54 años. El costo, según el relevamiento, tiene particular peso entre los menores de 44 años (27%) y disminuye en los mayores de los 45 (18%).

Sandra (35) y Gastón (44), tienen su pet shop en Boulogne y son una de tantas parejas sin hijos (pero con un bullmastiff gigante que necesita cuidados “carísimos” por problemas de riñón) que este verano se quedarán sin viaje.

Ella, colombiana y radicada en el país hace más de 10 años, cuenta a Clarín que se conforma con que su familia vino de visita hace dos meses y pudieron irse unos días a Mendoza.

“No nos da para irnos ni a Colombia, por los pasajes, ni a San Bernardo o Villa Gesell, por lo que piden por un departamento pet friendly. El local es alquilado y no sé cuánto van a pedir el año que viene. Lo bueno es que antes en enero caía mucho la venta, pero esta vez nuestros clientes tampoco se van a ir de vacaciones, así que vamos a intentar irnos, quizá después, con ese margen de ganancia”, describe Sandra.

La encuesta marca que la Costa lidera entre quienes podrían vacacionar, con un 35% de preferencia, seguida por el Sur (33%) y las sierras de Córdoba o San Luis (28%). La elección varía según la edad: al Sur va el 60% de los menores de 34 años y la Costa es la predilecta de turistas más maduros.

El impacto de la inflación en los alquileres

Maura Arenel (40) dice que viajar es “sinónimo de salud”, un respiro, “después de tanto caos laboral todo el año”. Acusa al estrés de las complicaciones que tanto ella como su marido, Julián (42), empleado en un banco de zona sur, padecen desde hace tres años.

“Él sufrió un pico de estrés que derivó en un pre infarto y, en simultáneo, yo empecé a tener problemas en el útero y pasé por cirugías. Por recomendación, decidimos viajar y descansar como paliativo. Íbamos a Mar del Plata cada tres meses, para cargar pilas y seguir”, cuenta a Clarín la mujer, que trabaja como identificadora hospitalaria de pacientes, tanto en la sala de parto como en la morgue.

El año pasado, “con la economía hecha un caos”, Maura y Julian viajaron en agosto y se hospedaron en un hotel de 3 estrellas en el centro marplatense, en ese momento, a $ 15.000 la noche. El estrés recrudeció cuando intentaron averiguar para poder volver este verano.

“El hotel de siempre pasó a estar $ 60.000. Hace que unos pocos días modifiquen todo el presupuesto”, indicó. Resolvieron “buscar la forma de canalizar el estrés por otro lado, porque viajar, eso que hace tan bien, es imposible”.

Manuela y Leo son comerciantes y están de ambos lados de este stop turístico.

Son propietarios de dos departamentos en la Costa, que les está costando que se alquilen, y este año, por primera vez desde la pandemia, se quedan sin visitar a una amiga en Europa.

“Un departamento está en Mar de Ajó y otro en Nueva Atlantis, frente al mar y a una cuadra. Están impecables, para cuatro personas. Pido $ 40.000 por día y me preguntan si acepto $ 20.000. Les digo que no, porque me sale más caro que rompan algo o tener que pintarlos de nuevo“, arranca él.

A esta altura el año pasado tenían todo el verano resuelto, con alquileres por dos o tres semanas.

“Hoy me alquilan por 5 días, 4 días. Voy a estar yendo y viniendo de la Costa para recibir a cada nuevo inquilino. Igual, entiendo que todos ajustamos. Nosotros para esta fecha siempre estamos en España. Ahora no sé cuándo vamos a volver a viajar”, cierra Manuela.

El relevamiento de D’Alessio muestra que la mayoría planea vacaciones de menos de 10 días, apenas un tercio considera tomarse más de 15 días, y los mayores de 40 optan por estadías más largas.

Un pixel de esta gran foto de un verano en pausa es que sobran los pasajes de micro a Mar del Plata, algo impensable para enero. Los tickets de tren están agotados toda la temporada, y los aumentos de la nafta impactaron en los de los micros: sólo ida a la Costa ya sale $ 30.000.

A nivel internacional, Europa (31%) y Brasil (21%) son tan diferentes como competitivos entre sí en cuanto a destinos deseados. Chile y México, en cambio, cuentan cada uno con un 14% de preferencia. Estados Unidos atrae al 7%, especialmente entre los viajeros mayores de 45.

En cuanto a medios de pago, en la encuesta se observa una coexistencia de efectivo (51%), tarjetas de débito (53%) y tarjetas de crédito (52%), variando según los niveles de ingresos.

En el segmento medio alto se elige más pagar en efectivo, en el nivel medio predomina el pago con débito y en el medio bajo ingresa como forma de pago el financiamiento en pesos de la aerolínea, agencia o lugar de alojamiento.

Colaboró: Candela Toledo

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